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Miércoles 1 de Septiembre de 2021
Columna de Rocío Gómez, alumni y estudiante del doctorado en Comunicación UANDES.
En el actual entorno digital, se ha vuelto muy común escuchar e incluso hablar de las fake news o noticias falsas. Las mismas características de las redes sociales que han permitido la conexión y comunicación – especialmente en tiempos de pandemia- como la interacción en tiempo real, la conectividad sin fronteras y la viralidad, son las que se convierten en un riesgo en el momento en que el contenido que se difunde es erróneo.
Y aunque algunos estudios, dan cuenta que las personas se han familiarizado más con este concepto, cualquiera puede recibir información falsa y creer en su veracidad hasta el punto de compartirla.
En tiempos de crisis, como los vividos en nuestro país el pasado 18 de octubre y en la actualidad con el COVID-19, han puesto en manifiesto la necesidad de generar iniciativas que contribuyan a entregar contenido de calidad, que permita combatir la desinformación.
Y es justamente en esos momentos, donde la sobreabundancia de información genera un efecto contrario: mayor confusión, datos incorrectos o directamente falsos.
La pandemia es uno de los ejemplos que mejor reflejan esta realidad, precisamente cuando la Organización Mundial de la Salud, denominó como “infodemia” a la cantidad excesiva de información que no posibilita que las personas distingan fuentes confiables y datos fidedignos.
Ante ese contexto, la respuesta ha venido de la mano del fact checking (concepto que aparece a principios del siglo XXI), que surge con más fuerza en estos periodos. Tal como ocurrió con las más de 100 plataformas que existen en el mundo de periodismo de verificación, que en enero del año pasado se unieron para trabajar en conjunto, con el fin de entregar datos verídicos sobre el coronavirus (coordinado por la Red Internacional de Verificación de Hechos – IFCN por sus siglas en inglés).
En Chile, desde hace algunos años, también se han desarrollado propuestas de fact checking, como El Polígrafo de El Mercurio, el fact checking de La Tercera o las de distintos canales de televisión durante las elecciones presidenciales de 2018. Asimismo, las cerca de 10 iniciativas de este tipo, que por medio de las mismas redes sociales dan a conocer su contenido verificado, algunas de las cuales han sido generadas por universidades (como la Universidad Católica, Adolfo Ibánez o la Universidad de Concepción).
En ese sentido y con el propósito de mejorar la calidad de la información y combatir el daño que generan las fake news a la democracia, es que surge el proyecto desde la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes junto a Pauta, para crear Watchdog. Esta iniciativa, no solo busca contribuir a la sociedad, sino que también al proceso de formación de los futuros periodistas, ya que son ellos quienes trabajan semana a semana en los temas publicados.
Recientemente, con el inicio del proceso constitucional en nuestro país, clarificar los hechos que se discuten, los temas que en el futuro formarán parte de la posible nueva Constitución, es una responsabilidad que como periodistas debemos asumir para propiciar un espacio de diálogo basado y fundamentado en información acertada.
Hoy en día, en contextos de crisis y con los avances tecnológicos que han facilitado la comunicación, es esencial generar información que sea relevante, que responda a las preguntas que las personas se están haciendo y sobre todo que permitan entregar confianza en tiempos de tanta incertidumbre.
Las plataformas de fact checking, son una de las opciones. El trabajo de investigación, la búsqueda de las fuentes de información adecuadas para el tema a tratar, son la base para desarrollarlo. El desafío está en que estas herramientas de periodismo de verificación, no se conviertan simplemente en calificadores de hechos, sino que entreguen a la profesión, la oportunidad de agregar valor al contenido.