“Nosotros no sabíamos que lo tenían todo ocupado” cantan los pobres de nuestro país desde que se inicia la república. Pasa por su centenario, nos llega el bicentenario y así siguen cantando. ¿Es acaso la desigualdad algo eterno, algo que no tiene solución, algo propio de los seres humanos? No creo. Aunque certeza no tengo. Es muy desafiante abordar estos contenidos desde las artes escénicas, porque este arte vivo que es el teatro te permite viajar en el tiempo y darte cuenta de cómo las cosas siguen más o menos donde mismo. “Mirar de fuera no cuesta nada, mirar de dentro es ver” cantan en el centenario de la república desde los conventillos y desde los palacios de la aristocracia, pero son pocos los que se atreven a atravesar a la otra orilla. A Oliver, su autor el señor Charles Dickens le regala la oportunidad y es tal la confusión en que entra que ni Charles Dickens, ni nadie, nos cuenta claramente a qué lado del río pertenece. Oliver por un accidente del destino salta de los conventillos a los palacios aristocráticos. Aquí las cosas son blancas y son negras y hay bien poco espacio para los grises. Es cierto que las cosas mejoran y hoy si hay una enorme capa gris y los extremos están tan separados que ni siquiera saben que existe el uno o el otro. “Duele perderse entero, duele mirar de dentro, mirar de dentro y ver” cantan todos juntos. Ricos y pobres. ¿Es posible un mundo mejor? Yo creo que sí. Pero esa certeza, tampoco la tengo. ¿Y usted?

Felipe Castro
Director