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Miércoles 22 de Mayo de 2019
Antonia Camus, estudiante de Terapia Ocupacional, estuvo dos meses como voluntaria en Etiopía.
Estuvo dos meses en Etiopía y asegura que fue la experiencia de su vida. Antonia Camus, estudiante de tercer año de Terapia Ocupacional de la Universidad de los Andes, fue voluntaria en el país africano. Llegó hasta la “Fundación Amigos de Etiopía”, donde debió realizar una serie de entrevistas y procesos de postulación, así como de preparación, ya que existe un alto desgaste emocional.
“Todo lo que uno sabe, allá es más. Es tanta la necesidad que uno ve, que todo el mundo tiene algo que aportar”, indicó la joven de 21 años.
Su misión fue hacerse cargo de un programa de estimulación temprana. Las barreras idiomáticas, asegura, fueron un gran problema, pero finalmente cuando no habían traductores, las señas se convirtieron en su mejor aliado, ya que el nivel de alfabetismo y escolaridad es muy bajo.
Antonia Camus también hizo su aporte fortaleciendo el vínculo madre-hijo. “En Etiopía, a pesar de ser una sociedad machista, las mujeres son las que trabajan. Se preocupan de los huertos, acarrean agua y están con los niños amarrados en la espalda. Hay un tema al final del desarrollo de los niños, un problema psicomotor que está bastante atrasado y que, además, se puede ver a nivel académico en el jardín, en las habilidades motrices y el habla”.
Dice que el avance se percibe con trabajo y mucha dedicación. Recomienda de todas maneras vivir la experiencia y resume este viaje con una sola frase: “Con pocas cosas a esos niños sí les cambia la vida”.