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Jueves 30 de Abril de 2020
La obra de Alfredo Gorrochotegui fue publicada por la prestigiosa editorial RIL y prologado por la profesora Alexandrine de La Taille.
Este 2020 se cumplen 63 años de la muerte de Lucila Godoy Alcayaga mundialmente conocida como Gabriela Mistral. Mujer de muchas facetas, una de ellas, quizás la más importante, fue abordada en el libro “Gabriela Mistral, educadora” de Alfredo Gorrochotegui Martell, egresado del Magíster en Historia de la Universidad de los Andes. El libro se basa en su tesis de magíster y es publicado por la prestigiosa editorial RIL y prologado por la profesora tutora Alexandrine de La Taille.
El autor, quien es doctor en Educación, relata que se dio cuenta de dos cosas. Por una parte, que “Gabriela Mistral había dedicado casi cuatro lustros de su vida a dar clases y dirigir colegios públicos femeninos en el Chile de principios del siglo XX; y por otra, que al indagar en su vida de ese años, salvo el conocido compendio de Roque Esteban Scarpa, Magisterio y niño, de 1979, en el que se recoge su obra pedagógica; y el más reciente compendio de Pedro Pablo Zegers, Pasión de enseñar, de 2017, en el que también se recoge su obra escrita sobre educación, no se había realizado un estudio histórico-biográfico acompañado de algún análisis sobre la obra educativa de Mistral”.
Según Gorrochotegui esto fue lo que lo llevó a indagar en la experiencia y en las ideas educacionales de esta mujer de visión universal, pensando, sobre todo, en la inspiración que podría ofrecer a los educadores chilenos y de la región.
Además comenta que se concentró en profundizar en el porqué llegó a ser maestra, y, como con los años, también llegaría a ser directora de tres liceos: en Punta Arenas, Temuco y Santiago, justo antes de trasladarse a México e 1922 a colaborar con la reforma educativa que llevó a cabo el ministro de educación e intelectual José Vasconcelos en ese país.
¿Qué archivos consultó para su investigación?
Para conocer sus primeros pasos como maestra fue necesario acudir al Valle de Elqui donde nació, y especialmente, al Centro Mistraliano de Documentación e Investigación de la Universidad de la Serena. Luego, fue necesario consultar el Archivo Nacional de la Administración (ARNAD) para conocer detalladamente los nombramientos oficiales de Gabriela Mistral como profesora, inspectora general y directora a lo largo de Chile en esos tiempos; y finalmente, a la Sección Chilena y a la Sección de Periódicos y Microformatos de la Biblioteca Nacional, especialmente para hacer seguimiento de sus pasos en Punta Arenas, que fue el período al que más tiempo dedicó como directora escolar.
¿Qué cosas inéditas o interesantes descubre de esta faceta?
Gabriela Mistral se dedicó en cuerpo y alma a educar, sin dejar de escribir pensando en esa labor. Dejó maravillosa prosa y poesía, así como acciones personales relatadas por testigos de la época, en la que se capta con facilidad hondos valores que los educadores tienen que vivir. Para Mistral, interesa la belleza de la clase y el uso del bello lenguaje en el maestro. Pero interesa más, su fervor, su pasión y su amor por el trabajo docente, llegando a decir, que ese amor le enseñará más caminos al que enseña que la misma pedagogía. Para ella, el docente es un verdadero modelo de vida, su labor, es “oficio divino”.
Hará énfasis a la necesidad de construir bellos recintos escolares, y como labor inherente a ellos, desarrollar una excelente biblioteca, motivando la buena lectura como hábito para elevar la cultura de los estudiantes. Promocionará dos valores para el ambiente escolar: la alegría y el servicio. Sobre este último invitará a sus estudiantes a hacer pequeños servicios y a no pensar solo en grandes trabajos, pues los pequeños servicios tienen un gran mérito, colocando a esta disposición como una de las más constructivas en las relaciones humanas. Pero, además, le dará importancia a la labor social que un establecimiento escolar tiene que hacer hacia afuera: abrir sus puertas a la comunidad circundante para prestar sus espacios a personas vulnerables; o abrir sus puertas para que se conozca lo que allí se hace compartiendo esa experiencia con otros centros educativos.
¿Cuán importante fue el rol de su profesor tutor?
Mi profesora guía, Alexandrine de La Taille, me fue dando las herramientas para que yo pudiese enfrentar esta investigación con perseverancia y perspicacia. Como historiadora, me enseñó a ir más allá de la fuente, buscando matices y detalles que pudiesen abrir y enriquecer el relato histórico. Siempre tenía una información novedosa sobre publicaciones o personas que pudiesen tener información sobre el tema de la investigación. Fue tan acuciosa que no dejó escapar hasta detalles de la redacción como el adecuado manejo de los tiempos verbales. Pero yo diría que lo más importante, para mí, fue su constante ánimo y entusiasmo su alegría contagiosa para que la investigación llegara a su término.