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Martes 5 de Mayo de 2020
Isabel Cerda, Catalina Iglesias y Tanya Wagemann, alumnas de la generación XV ganaron fondos para desarrollar proyectos en el marco de los Fondart 2020.
Catalina Iglesias y Tanya Wagemann ejecutan un proyecto, desde enero, en la región de Los Ríos en conjunto con el Obispado de Valdivia. Denominada “Arte y devoción al sur del mundo: Registro y documentación del patrimonio artístico custodiado por la Diócesis de Valdivia”, esta investigación quiere relevar el patrimonio cultural, material e inmaterial, presente en las comunidades de la Diócesis de Valdivia, con el fin de generar una toma de conciencia acerca del valor de estos objetos y fiestas propias de cada localidad.
En este sentido, el proyecto espera generar un doble impacto: por un lado, quiere entregar insumos que permitan educar a las comunidades parroquiales sobre el valor que tienen muchas de las piezas presentes en sus templos y capillas, así como también, visibilizar ante el mundo académico el enorme tesoro que custodian estas comunidades.
Es importante señalar el gran desconocimiento que existe en materia de objetos patrimoniales religiosos y fiestas presentes en el territorio que comprende la Diócesis de Valdivia, nueve comunas de la Región de Los Ríos. En este sentido, para el Obispado de Valdivia “este proyecto representa una enorme ayuda, que nos permitirá descubrir y conocer el valioso tesoro que custodiamos como Iglesia para beneficio de toda la comunidad, y contar con herramientas que nos permitan velar por su correcto cuidado”, dice el Administrador Apostólico de Valdivia.
Este trabajo de las estudiantes del programa de la UANDES, se desprende y complementa su proyecto de título, que las investigadoras formulan y ejecutan desde junio del año 2019. Su propuesta, que una primera instancia involucraba únicamente documentar imaginería y obras de arte bidimensionales como pintura y grabado, ha podido incorporar orfebrería y textiles con el apoyo del fondo ganado, significando para las investigadoras un gran apoyo para “alcanzar los objetivos que nos propusimos en primera instancia como proyecto de grado de nuestro magíster, logrando un alcance mucho mayor y la posibilidad de contar con el apoyo de profesionales y académicos así como también productos que faciliten la difusión del proyecto”.
Isabel Cerda, alumna de la misma generación, desarrolla un proyecto personal titulado “Manual Cestería en Chiloé, Innovación y Medio ambiente” el que busca investigar y recolectar la información sobre los distintos tejidos en cestería que hay en la isla, tanto en el tipo de tejido según el producto final, como también los tipos de materiales que hay disponibles en el lugar.
La idea de este proyecto partió en 2018 en el curso de Comunidades de Julieta Elizaga del Magíster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural.
Ahí comenzó su investigación, que partió con una idea más bien comercial de, cómo hacer que este oficio no fuese estacional para los artesanos.
Luego, en 2019 retomó la investigación en el curso de Josefina Tocornal, Gestión de Recursos, junto a una compañera, Constanza Cifuentes. Finalmente, “enfoqué el proyecto a las bases del Fondart, contacté las comunas e instituciones de la isla y con un equipo de 3 personas postulé el proyecto”, relata.
Isabel Cerda cuenta sobre el producto final, un manual paso a paso de la cestería chilota, el cual será entregado a instituciones educacionales y a las municipalidades de Chiloé.
“Este oficio está en constante riesgo de desaparecer. Por un lado los artesanos, en general, tienen una avanzada edad y los jóvenes están optando por empleos fijos. Por otro lado, por los cambios de suelo y producto de las sequías algunas fibras naturales están en extinción. Hoy varias artesanas y artesanos de diferentes partes de la isla están constantemente reinventando este oficio, algunas recolectan los desechos plásticos de las salmoneras para tejer cestos, otras tejen con bolsas plásticas, otras con diario, y hay también otras artesanas que cultivan sus propias fibras en sus jardines” cuenta Isabel. Por esta razón, relata, nace la idea de recolectar la información de la cestería en cuanto a su técnica y materialidad, según lo que hay disponible en la isla. De esta forma, se busca contribuir a la continuidad del oficio en Chiloé, independiente de las materias primas con las cuales se confeccionen, ayudando de esta forma a la biodiversidad de la isla.
“Para mí es súper importante realizar este proyecto, trabajar con comunidades y plasmar el oficio en un manual que pueda ser un aporte para la gente de Chiloé. Este oficio se ha traspasado de generación en generación y, al igual que otros en Chile, está en riesgo de desaparecer”, finaliza Isabel.