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Martes 19 de Mayo de 2020
María Angélica Pérez, Magíster en Ciencias de la Familia y académica de posgrado del Instituto de Ciencias de la Familia (ICF) UANDES, comenta los efectos positivos de la cuarentena en la convivencia familiar.
“Este tiempo de cuarentena nos entrega grandes oportunidades en todos los ámbitos: personal, espiritual, laboral, social y familiar. En lo personal, nos preguntamos cuáles eran nuestras prioridades. En lo espiritual, nos cuestionamos en qué o en quién encontrábamos nuestras seguridades. En lo laboral, nos ha permitido desarrollar nuevas formas de realizar el trabajo y ser solidarios. En lo social, nos ha llevado a pasar de la descalificación, agresión y división a intentar aunar fuerzas hacia un bien común. En lo familiar, nos ha obligado a entrar en nuestra intimidad la que -en la vorágine de la vida- solemos dejar de lado, olvidando que desde allí se alimentan los vínculos personales. No desde lo externo o viviendo bajo el mismo techo o solo sabiendo la actividad que realiza el otro sino, estar en familia compartiendo vitalmente”, explica María Angélica Pérez, Magíster en Ciencias de la Familia y académica de posgrado del Instituto de Ciencias de la Familia (ICF) UANDES.
En este contexto ¿qué entendemos por convivencia familiar? La académica comenta que hay diferentes grupos humanos que conviven, tienen objetivos comunes, un lugar que los reúne, buenas relaciones, sin embargo, no son familia. “La familia tiene una particularidad que no se encuentra en ninguna otra organización social. Es una comunidad íntima, unida por el amor incondicional de sus integrantes, que se orienta hacia la conquista de un desarrollo integral de cada uno de sus miembros, no como un bien particular, egoísta, sino como un bien para todos, porque lo que afecta a uno, afecta a los demás. Esto lo logramos desplegando todos los recursos con los cuales contamos: físicos, psicológicos, afectivos, morales y materiales. Es aquí donde los padres tienen la primacía de responsabilidad en la formación de la familia como primeros educadores”, detalla María Angélica Pérez.
De lo anterior se desprende que, para mantener una sana convivencia, los padres deben dar las directrices fundamentales que orienten a los hijos en aquello que es o no adecuado. Los padres reconocen los valores que quieren conquistar como familia y lo van a lograr, según la originalidad de cada uno y las etapas del desarrollo. Qué responsabilidades propuestas y acordadas asumirá cada cual y compromisos, no como una exigencia impuesta, sino como algo cargado de sentido para bien de sí mismo y de los demás.
“La cuarentena nos da una gran oportunidad de organizarnos como familia, ser más equipo, pudiendo compartir tareas del hogar y asumir otras nuevas. Esto trae consigo la necesidad de instancias de buena comunicación afectiva y efectiva, resolver adecuadamente los conflictos, llegar a acuerdos, la posibilidad de valorar el trabajo que muchas veces otro realizaba y comprender que, si uno no aporta, el resultado no será el mismo. Detrás de esto hay una serie de valores a educar y esto nos permite avanzar en el ideal de familia que queremos construir”, añade la académica.
Cuando intentamos de manera empática comprender las necesidades de los demás integrantes de la familia, es más fácil asumir una actitud solidaria. Aquí, los padres deben dar el ejemplo y entre todos proponer acciones concretas. Esto irá alimentando las relaciones interpersonales y se logrará un vínculo sano y armónico.
Cada cambio en la vida, es una oportunidad de nuevos ajustes, que llevan a una acomodación de la persona y del sistema familiar. Estamos viviendo un tiempo que nos permite adecuarnos a la realidad de estar restringidos en nuestras actividades diarias. “Pareciera que se nos ha coartado nuestra libertad, sin embargo, la libertad en la persona como facultad propia humana estará siempre y dependerá de cada uno cómo la ponga en juego. Desde la propia libertad decidimos cómo vivir este tiempo de cuarentena, o desde el lamento de lo que quisiera que fuera y no lo es, o desde la mirada positiva de todo aquello que podemos desplegar, pudiendo salir fortalecidos como persona y familia. El tener la oportunidad de compartir más en familia, de hacer familia y no llenarnos de lo externo, o necesitar salir para pasarlo bien es algo muy constructivo”, afirma la Magíster en Ciencias de la Familia.
El llamado que hace la académica es a relacionarnos de manera más personal e integral, valorando quién es cada uno por el solo hecho de ser y no por los logros de acuerdo a los estándares de nuestra cultura actual. “Alimentar las relaciones interpersonales y crear instancias sanas de convivencia familiar, ser más solidarios con las necesidades de los otros, especialmente de los adultos mayores, cuidarnos y cuidar a los demás. Así, cuando ya podamos abrazarnos, será un abrazo cargado de sentido, porque por esta experiencia, todos habremos cambiado y nos habremos hecho mejores personas y mejores familias”, concluye.