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Martes 13 de Julio de 2021
Columna escrita por la académica Nicole Estévez: "Capital Humano, más preocupados de la H"
Para nadie es nuevo decir que “el mundo ha cambiado”. Con la llegada del COVID ya nada es lo mismo ni volverá a ser igual. Las empresas se vieron forzadas a adelantar la transformación digital y los procesos de flexibilidad laboral, lo que supuso un gran desafío al interior de las organizaciones. Sin embargo, hoy, uno de los mayores retos está en cómo liderar equipos de trabajo, sumergidos en un mundo desconocido y tecnológico, sin dejar de lado el componente humano.
Por años nos hemos encontrado con un liderazgo que ha sido asumido por defecto, es decir, por aquella persona que lleva años trabajando en una empresa, que tiene los conocimientos necesarios para “dirigir” la organización y que, además, cuenta con las características personales para comandar un equipo de personas. Sin embargo, los constantes cambios a los que nos vemos enfrentados cotidianamente, y a los cuales las compañías no están ajenas, se hace necesario contar con más personas capaces de responder a los desafíos de este vertiginoso cambio.
Desde hace más de un año, hemos tenido que adaptar nuestra vida al día a día. Desde cómo planificamos una reunión lo suficientemente flexible para conectarnos en caso de no poder estar presencialmente en la oficina, hasta tomar decisiones sobre “posibles” escenarios que nunca hubiéramos imaginado. Sin embargo, esta adaptabilidad forzada nos ha obligado a cuestionarnos sobre la oportuna adquisición de habilidades que siempre habían estado en un plano más teórico, pero que hoy se hacen indispensables: la capacidad de liderar en forma remota, la empatía y una profunda escucha activa.
A nivel organizacional, muchas situaciones son las que ponen a prueba las distintas estrategias basadas en los recursos y capacidades que tenga la empresa. Muchas compañías se han visto altamente afectadas por tener una cultura rígida y con visión de corto plazo. El escenario de hoy nos obliga a optar por nuevos enfoques y modelos sin precedentes; lo que antes era exitoso, hoy parece estar obsoleto. Debemos contar con equipos que estén alerta a los cambios, que tengan la flexibilidad necesaria para cambiar decisiones y planes de acción conforme a cómo se comporta el ecosistema en el que estamos inmersos.
Hemos crecido con la idea de que la tecnología es la que cambia el mundo. Sin embargo, no debemos olvidar que es el ser humano quien está detrás de ese cambio. Por eso es que sigue siendo el factor humano uno de los elementos más importantes de toda organización y, si pensamos en quien lidera, pareciera ser que el nuevo modelo debe basarse en un trabajo colaborativo y multidisciplinario, capaz de cambiar de decisión drásticamente si el escenario así lo requiere y de generar valor tanto dentro como fuera de la empresa. Los nuevos liderazgos deben estar preparados para pensar “fuera de la caja”; al parecer esta es una conducta que aparece como una buena alternativa para enfrentar el actual escenario.
Hoy, se trata de inspirar y adaptarse…
Si siempre se relacionó el liderazgo con mandar, hoy se necesitan personas que inspiren y motiven a los equipos de trabajo, que sepan adaptarse a nuevos desafíos. Según John P. Kotter, profesor de Liderazgo de Harvard Business School, los líderes de hoy no hacen planes, no solucionan problemas ni siquiera organizan a las personas, “lo que de verdad hacen los líderes es preparar a las organizaciones para el cambio y ayudarlas a enfrentarlo mientras lo atraviesan”. Por eso se hace tan importante potenciar las habilidades de cada uno de los miembros de las organizaciones, porque nadie sabe a qué nos enfrentaremos ni quién será el mejor preparado para hacerlo de forma exitosa.
La necesidad de adaptarse siempre ha sido fundamental, pero nunca ha sido tan importante como lo es ahora. El liderazgo supone valentía, no sólo para enfrentar los riesgos que vienen asociados, sino porque en innumerables ocasiones se pone en tela de juicio aquellos aspectos que aprecian las personas -hábitos, creencias, maneras de pensar y de hacer las cosas- y lo único que puedes ofrecerles es una posibilidad. Sin embargo, vale la pena porque más allá de alcanzar los objetivos estratégicos de la empresa, puedes lograr un cambio en la calidad de vida de las personas que te rodean; y ese tiene que ser el propósito: lograr un mayor bienestar de ese equipo y de la comunidad a quien te diriges.
Debemos ser capaces de responder a nuestros tiempos. Como sostienen Ronald Heifetz y Marty Linsky en su libro Liderazgo sin límites, “la globalización de la economía, la interacción necesaria de las culturas y el acceso directo a la información y la comunicación a través de internet hacen palpable la interdependencia. Las estructuras jerárquicas con roles claramente definidos están cediendo paso a las organizaciones más horizontales, con una mayor flexibilidad y espacio para la iniciativa y la incertidumbre”. La democratización se está haciendo presente en las organizaciones, instancia que crea nuevas oportunidades de liderazgo.
El éxito parece estar en aquellas empresas que permiten a cada uno de sus miembros ser parte de estos desafíos, de que cada uno lidere en distintas circunstancias, dependiendo de las habilidades personales. Se hace menester que los colaboradores sean co-responsables, capaces de contribuir al desarrollo de las soluciones y que tengan la capacidad de adaptarse a un mundo cada vez más competitivo y cambiante.