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Jueves 30 de Mayo de 2019
Haciendo referencia a Joseph Ratzinger, planteó que a la crisis institucional le precede una crisis intelectual.
Comprender la situación que atraviesa la Iglesia Católica es un desafío no exento de dificultades. Las múltiples causas de la crisis, hacen que la reflexión deba ser profunda y el diagnóstico complejo. Con este objetivo, el Centro de Estudios Públicos, organizó un encuentro que tuvo como expositores a Jorge Costadoat S.J., y Daniel Mansuy, Director del Centro de Estudios e Investigación Social, SIGNOS.
Reconociendo la dificultad de realizar un diagnóstico adecuado, el académico de la Universidad de los Andes, planteó como situación paradigmática, el encierro moral, intelectual y psicológico del “mundo Karadima” y la consecuente desidia para enfrentar las situaciones de abuso. Una reacción temerosa frente al mundo, que vendría afectando al catolicismo desde hace décadas, explicaría el aislamiento y la cerrazón, que habrían facilitado la dinámica de los abusos y la negligencia para investigar y sancionar.
“Esto revela cierta renuncia a pensar el mundo, que es también una exigencia cristiana. Naturalmente, el cristianismo introduce una tensión en el creyente, que fue bien identificada por san Agustín (y que indignaba a Maquiavelo): somos habitantes de dos ciudades”, señaló Mansuy. Esta realidad genera dos riesgos “plegarse de modo acrítico al movimiento del mundo, como si la fe cristiana no implicara exigencias que pueden ser muy contraculturales”, y el inverso “olvidarse del mundo, encerrarse, como si la vida cívica no tuviera ningún valor. El desafío cristiano, creo, pasa por transformar esa tensión en energía creadora”, concluyó.
Para el académico UANDES la respuesta cristiana pasa por superar la perplejidad frente a los movimientos históricos, volver a valorar el uso de la razón, “hacer un esfuerzo serio por comprender la modernidad, incluso en sus propios términos, sin renunciar a las categorías propiamente cristianas”, ahondar en la propia tradición intelectual cristiana y desde ella, y dentro del mundo, desarrollar la misión de la Iglesia.