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Miércoles 10 de Julio de 2019
Dos académicos UANDES plantearon que el desafío no pasa solo por ganar debates académicos o legales, sino más bien por tratar a cada uno conforme a su dignidad y crear así una cultura que respete la vida en todas sus etapas.
Tres proyectos de ley se están tramitando en la Cámara de Diputados para regular la eutanasia en Chile. En toda la sociedad se ha instalado la discusión sobre la conveniencia de establecerla como un derecho del paciente, de mantener la regulación como está o de valorar aún más el cuidado de la vida en su etapa terminal.
Para aclarar los conceptos del debate y proponer una respuesta a partir del ideario de la UANDES, la Dirección de Desarrollo Docente invitó a todos los académicos a un coloquio con Alejandro Miranda, Vicedecano Académico de la Facultad de Derecho, y Antonio Amado, Director del Centro de Estudios Generales.
Para tener un verdadero debate lo primero es aclarar los términos que se discuten. Por ello, Alejandro Miranda definió el dilema de la eutanasia como “si puede ser lícito provocar intencionalmente, mediante una acción u omisión, la muerte de una persona” en diversas circunstancias asociadas a la enfermedad, el sufrimiento y el final de la vida.
Existen varios modos de aplicar la eutanasia, dependiendo de si interviene o no la voluntad del paciente y la forma en que se practica, “pero lo que es determinante es que existe la intención de provocar la muerte de una persona”, argumentó el Doctor en Derecho.
¿Qué no se discute?
Muchas de las situaciones límites son dramáticas, y para poder discernir bien, es necesario definir en qué están de acuerdo todos los expertos. “Existe conceso en que es moralmente legítimo rechazar tratamientos desproporcionados o que se vuelven desproporcionados con el tiempo, como también que es lícito aplicar tratamientos paliativos aun cuando estos aceleren el proceso de muerte”, explicó el profesor de la Facultad de Derecho.
Ambas realidades están recogidas en la Ley de Derechos y Deberes del Paciente y, aunque no constituyen eutanasia, en algunos casos al rechazo del tratamiento que se juzga desproporcionado se le denomina erróneamente eutanasia pasiva.
Autonomía v/s valor de la vida
Como en todo debate jurídico y ético hay bienes y valores en colisión. Por un lado, es positiva la conciencia que se ha ido tomando de la autonomía del paciente, pero también es poco certero no reconocerle límite alguno y argumentar que toda acción sea buena por el solo hecho de ser autónoma.
“El gran problema, y que determina el debate, es si se le reconoce a la vida humana un valor interseco, es decir un valor por sí misma y que jamás se puede perder”, argumentó el abogado. Si se niega el valor intrínseco a la vida, se abre inmediatamente la discusión sobre qué vida merece ser vivida y cuál no, y queda la interrogante sobre quién es el llamado a hacer este juicio.
Cultura de respeto a la dignidad humana
Antonio Amado explicó que múltiples cambios en la forma de percibir el sufrimiento humano, la muerte, y la dignidad del hombre y de la mujer han llevado a que el debate no sea solo moral sino también emocional.
“La persona que pide morir, en realidad pide compañía, buen trato, ayuda. La eutanasia y el suicidio asistido es una derrota de todos, es una síntesis de cómo nos hemos comportado como sociedad”, explicó el Director del Centro de Estudios Generales.
El académico UANDES planteó que el desafío no pasa solo por ganar debates académicos o legales, sino más bien por tratar a cada uno en la vida cotidiana conforme a su dignidad, de modo que se vaya conformando una cultura que respete que toda vida humana merece ser vivida.
Para concluir, Antonio Amado señaló que “la dignidad del ser humano se entiende mejor al considerar la trascendencia del hombre y de la mujer; porque cuando esto se pierde de vista, unas vidas pueden valer más que otras y grupos vulnerables se ven amenazados”, como lamentablemente se ha visto en algunos países donde se ha legalizado la eutanasia.