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Viernes 8 de Mayo de 2020
Los días del Dr. Rivera transcurren entre su casa, el pabellón y la Urgencia. La pandemia ha desordenado su rutina. A veces comienza a las ocho de la mañana, otros días de madrugada e incluso a altas horas de la noche. Para el Jefe de la Unidad de Urgencia de la Clínica Universidad de los Andes ha sido un desafío compatibilizar su trabajo con su familia. “El temor a contagiarlos es real y está siempre presente”.
Carlos Rivera Prat es cirujano digestivo y académico de la Facultad de Medicina. Desde los inicios de la Clínica Universidad de los Andes -el 28 de mayo de 2014- que lidera la Unidad de Urgencia. Está casado y tiene cinco hijos. Fue Oficial de Sanidad de la Armada de Chile, y dice que toda su vida se ha preparado para enfrentar una guerra. Conoció los hospitales donde llegaban los heridos de la Guerra de Irak y Afganistán, tanto en Alemania como en Estados Unidos. Participó en buques hospitales al cuidado de pacientes. Estuvo en una misión de paz de las Naciones Unidas como médico a cargo del batallón Chile. Trabajó y participó en juegos de guerra y ejercicios multinacionales y ha apoyado a la población en desastres naturales, terremotos y también en misiones de apoyo humanitarias. A pesar de su vasta experiencia, hoy, al igual que muchos otros profesionales de la salud, se enfrenta a un enemigo que el mundo no pudo predecir: el SARS-CoV-2.
“Para nadie ha sido fácil este período, especialmente por el miedo a lo desconocido y por lo que ha significado en algunos países donde vimos que el COVID-19 ha colapsado los servicios de salud, además del tremendo impacto social y económico que implica”, señala el especialista.
Desde los comienzos de la pandemia, el Dr. Rivera no ha dejado de asistir a la Urgencia ni un solo día. A pesar de que su familia ha estado en cuarentena obligada y ahora semi voluntaria, el único que la ha infringido a diario, incluso muchas veces en la noche o fines de semana, ha sido él, lo que le ha significado una serie de cambios en su vida, así como extremar las medidas para evitar contagiarlos.
“Guardar distancia en la casa, evitar los abrazos, lavado de manos muy frecuente, cambio de ropa al volver del trabajo, zapatos afuera, ya son parte de la rutina de todos los días”, cuenta el cirujano.
En su trabajo en la Urgencia se enfrenta a lo desconocido y generalmente con gran presión asistencial. Hay un nuevo riesgo personal, la posibilidad de contraer la enfermedad, algo que, sin duda, les preocupa a todos. Es por esto que a diario se toman unos minutos para compartir instrucciones, responder dudas, preguntarse cómo se sienten y si hay algún problema.
“El equipo, en general, ha respondido extraordinariamente, en parte porque la emergencia es lo propio de su especialidad durante la mayor parte de sus carreras, pero también porque la clínica completa ha apoyado a las unidades con mayor carga o responsabilidad, mantenido una permanente preocupación por los detalles. Ha sido también muy importante la respuesta de nuestros pacientes y sus familias. Pasaron de momentos de gran tensión emocional a reconocer el esfuerzo de los profesionales de la salud. Muchos de nosotros nos hemos emocionado al escuchar los aplausos en las calles, los testimonios en redes sociales o en la prensa. Eso ayuda mucho cuando el ánimo o el cansancio parecen dominar el día”.
Los casos de COVID-19 en nuestro país han aumentado en los últimos días, sin embargo, el Dr. Rivera cree que no llegaremos a los niveles de contagios y mortalidad de Italia, España o Estados Unidos. Dice que Chile ha tenido la oportunidad de aprender de la experiencia de otras naciones y de médicos de todo el mundo. Por otro lado, señala que “no es posible prever todo, pero estamos conscientes que, al menos, hemos dedicado todos nuestros mejores esfuerzos en estar listos a responder hasta en los peores escenarios. Sabemos que Dios nos dará también una mano, no solo para que no se den esas situaciones, sino que igualmente para aliviar la carga o iluminar nuestras decisiones. Hay una máxima que dice que las guerras las ganan solo los que se preparan en la paz. Esta no es realmente una guerra, pero podrían darse algunas situaciones que se parecen, de modo que cobra más fuerza esa necesidad”.
El Dr. Rivera cree que luego de esta pandemia, habrá importantes cambios, como la forma de hacer docencia y las atenciones médicas.
“La nueva realidad nos ha conmovido, no solo por lo que ha significado, sino por la rapidez en que nos hemos acostumbrado y descubierto nuevas formas de hacer las cosas. Es como de pronto estar en una película en primera persona, pero ahora con la posibilidad de mirar muchas de las viejas formas desde una nueva perspectiva, no del todo mala, sino más desafiante. En lo personal, luego de vivir en primera persona la fragilidad de la vida o la muerte, de la salud o de la enfermedad, uno se hace más humilde en reconocer nuestra fragilidad y disfruta y aprovecha más las oportunidades de vivir y de estar sano”.