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Martes 29 de Septiembre de 2020
Las habilidades en kínder y primero básico predicen de manera significativa la capacidad lectora posterior y su aumento en el tiempo.
“La lectura impulsa el aprendizaje y abre las puertas al conocimiento. Para ello es necesario adquirir estrategias y hábitos que permitan indagar, encontrar, analizar y evaluar información en forma independiente. La lectura es un hábito que se prolonga a lo largo de la vida”, explicó Pelusa Orellana, Directora de Investigación de la Facultad de Educación UANDES en un encuentro online organizado por Seminarium y el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas del MINEDUC (CPEIP), sobre estrategias para el desarrollo de comprensión y motivación lectora.
“La habilidad lectora es el resultado del desarrollo armónico de varios componentes que pueden agruparse en dos grandes áreas, como dos cuerdas que se entrelazan: la comprensión del lenguaje y la decodificación. En la comprensión del lenguaje están los conocimientos y experiencias del lector, el vocabulario, el manejo de estructuras lingüísticas, la sintaxis, el manejo del lenguaje figurado y de ciertos géneros literarios. Por otra parte, están las habilidades de decodificación, que se fundan en el conocimiento fonológico, el principio alfabético o conciencia de la correspondencia letra-sonido y la capacidad de reconocer en forma automática una palabra de uso frecuente. Estas dos grandes cuerdas se combinan para formar otra mucho más fuerte que es la lectura competente”, detalló la Directora de Investigación de la Facultad de Educación UANDES en la charla virtual que tuvo más de 950 asistentes.
El aprendizaje lector tiene un rol fundamental en los primeros años de escolaridad, las habilidades en kínder y primero básico predicen de manera significativa las habilidades lectoras posteriores y su aumento. “Hasta tercero básico la velocidad de crecimiento de la lectura es mayor. A partir de ese momento, ésta se desacelera, lo que podría explicarse porque a medida que los estudiantes logran autonomía, el material o contenido que leen y las tareas de lectura que realizan se hacen más difíciles, lo que disminuye el crecimiento”, comenta la investigadora.
¿Y qué rol tiene la motivación de la lectura? “Hay una estrecha relación de ésta con el desempeño en comprensión, lo que se explica porque los buenos lectores tienen niveles de motivación o interés por la lectura más altos que los malos lectores y viceversa. También podría explicarse por el hecho de que, si es un lector competente, es probable que lea más, y a su vez, se motiva más y mejora la comprensión. Para que la motivación produzca un cambio duradero, debe ser intrínseca, es decir, ser parte de una disposición personal a desarrollar actividades por el propio interés o gusto, sin esperar una recompensa a cambio”, agrega Pelusa.
Otros aspectos que influyen en el desarrollo de mayores niveles motivación lectora son: un contexto escolar que promueva el gusto por la lectura; estar rodeados por personas que disfrutan de ésta; tener la percepción que es un buen lector; la valoración social de la lectura; el acceso a libros y los buenos modelos lectores, que incluyen a padres, profesores, e incluso abuelos.
“Para que esto ocurra es imprescindible tener espacios que inviten a leer, que sean físicamente cómodos, agradables y que incluyan una biblioteca de aula bien equipada, surtida en temas, géneros y formatos”, concluye la académica de la Facultad de Educación UANDES.