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Miércoles 7 de Agosto de 2019
Claudia Tarud, académica del Instituto de Ciencias de la Familia, explicó cómo el apoyo familiar es clave para prevenir conductas de riesgo en adolescentes.
Carlos Charme, alumni de Derecho UANDES y actual director nacional de Senda, afirmó hace unos meses en nuestra casa de estudios que “nuestros escolares son los que más consumen tabaco, marihuana, cocaína y pasta base de América”.Sin duda que los elevados índices de consumo y los daños que producen los diversos tipos de adicciones han puesto esta temática como uno de los principales asuntos de la discusión pública. Recientemente el Gobierno ha lanzado el plan “Elige vivir sin drogas”, como una forma de dar una respuesta integral a esta crisis.
¿Cuáles son las causas de esta situación? ¿Qué se puede hacer y que se está haciendo para solucionarla? El Grupo Educar, en su publicación institucional, reunió a diversos expertos para profundizar en las claves para prevenir las adicciones en la juventud. Entre los académicos incluye la opinión de Claudia Tarud, académica del Instituto de Ciencias de la Familia de la UANDES, quien actualmente dirige los proyectos del área de estudios y servicios sociales de la Universidad de los Andes, dentro de los que destacan los de la formación del carácter y la afectividad, como “Paso a paso”.
¿Qué factores influyen para que los jóvenes adquieran adicciones de este tipo?
“El problema es que hoy existe una infinidad de variables, todas interrelacionadas. Lo primero es la falta de solidez familiar, el desamor y el abandono al que a veces están sometidos los niños. El individualismo actual, en conjunto con el consumismo, desconcierta a los niños y hace que busquen salidas y apoyos fáciles”.
También influyen “problemas psicológicos de debilidad en la personalidad, pertenencia a grupos que tienen malos hábitos o tribus que reemplazan lo que la familia no provee. Además, hoy hay una socialización del alcohol, incluso del consumo de marihuana que, entre algunos jóvenes, no se percibe como malo”.
Por otro lado, la competitividad y el exitismo, “hace que los niños nunca estén satisfechos con sus logros. Hay falta de compañerismo y de solidaridad, de valoración de la diferencia en que las personas no se sienten acogidas y valoradas y caen en consumo de sustancias como una manera de ser parte del grupo, de evadir el fracaso percibido, de paliar la falta de amor, de pertenencia, de identidad”.
¿Por qué la familia es un apoyo clave?
“La familia es la primera comunidad de acogida de una persona, donde el amor es incondicional. El primer apoyo de una familia para prevenir las conductas de riesgo es que cada miembro de esa familia crezca sabiendo que es querido por lo que es, de manera incondicional. Sobre esa base, la familia educa, siembra hábitos que pueden favorecer el desarrollo sano de los niños. Se previene el consumo cuando los padres están presentes en la vida de sus hijos amorosamente (ternura y firmeza) y los hijos saben que son amados por ellos. El hijo que se sabe querido se duele de causar dolor en sus padres, eso lo protege de las conductas de riesgo”.
En la práctica, indica la académica, es clave “tener identidad familiar, instancias que fomentan la vida de familia y la pertenencia. Tener sueños familiares, y trabajar por lograrlos en conjunto son factores que previenen. Conocer a los amigos de los hijos, acogerlos en la familia, involucrarse siempre vale la pena. Todas estas ideas fomentan las relaciones y los vínculos familiares. Mientras más profundos son los vínculos, mientras mayor es el sentido de pertenencia e identidad, más protección y prevención de consumo de alcohol y drogas”.