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Miércoles 15 de Junio de 2022
Columna de opinión del decano de la Facultad de Comunicación, Cristóbal Benavides.
Desde la última campaña presidencial, el tema del “ecosistema” de medios se viene instalando en la discusión como parte de los cambios que quiere impulsar la actual coalición de gobierno en la industria de las comunicaciones.
Primero fue el alcalde Daniel Jadue con su idea de que el Estado se convirtiera en un “promotor de medios de comunicación”. Ahora es el Presidente Boric con su anuncio, en la cuenta pública, de que “la profundización de la democracia se basa en un sistema de medios plural, diverso y que proteja tanto la libertad de opinión y de expresión como el derecho a la información”, deslizando así una crítica a la composición actual de la oferta medial en Chile.
Celebrar esta afirmación es desconocer cómo funciona el panorama de medios y cómo la gente accede a la información. Las últimas cifras de consumo revelan que las plataformas tradicionales como la televisión y los diarios, han visto caer sus audiencias de manera significativa. La gente ha modificado sus preferencias y migrado hacia plataformas digitales que han multiplicado por cientos las opciones a su disposición. Elegir de acuerdo con sus gustos y preferencias es ahora mucho más sencillo y posible.
Ya en 2020 el estudio anual del Reuters Institute de la Universidad de Oxford reflejaba que el 73% de las personas en Chile elegía las redes sociales como su principal fuente de noticias, versus un 66% que optaba por la televisión, por años el medio más usado.
Este escenario lleva a pensar que muy pocos podrían no estar a gusto con el foco, forma y tono del medio y plataforma con que eligen informarse. Colgarse de esta situación para afirmar que no existe pluralidad de miradas es desconocer la realidad. Aún más cuando después del 18-O aparecieron una serie de medios alternativos -algunos de ellos militantes- en busca de lo que autodenominaban prensa libre de censura y presiones.
Distinto es afirmar que todos tienen la misma influencia, relevancia, profundidad y calidad.
Quizás ahí radica el quid del asunto. Pareciera ser que lo que quiere el gobierno es un medio público relevante y masivo. En el caso de la televisión ese rol debe cumplirlo TVN. El contenido de su noticiario tiene un claro objetivo informativo, plural y con el foco puesto en las noticias que como sociedad son relevantes. Por lo tanto, poco hay por hacer ahí.
Si lo que quiere el Gobierno es entrar en la prensa escrita, no lo tendrá fácil. No solo por el panorama económico que enfrenta ese sector, sino porque hay ahí actores muy relevantes que cumplen con la necesidad informativa de una audiencia que se niega a dejar el análisis y la profundidad. Pueden mejorar, sin duda: citar un mayor número de fuentes diversas, hacer un mayor cuestionamiento a las distintas fuentes de poder, mejorar sus estándares editoriales. Pero no reconocer que existe un proceso y rutinas que apuestan por la calidad del trabajo bien hecho, es no valorar la contribución que hacen a la promoción de la democracia, el rol de perro guardián y la fiscalización de autoridades y datos (factchecking).
Si lo que se busca es una radio pública, ahí existe una oportunidad, pero el Estado tendría que encontrar la forma de conseguir una señal, pues la banda FM – la más escuchada por los usuarios – se encuentra copada. Por ahora, podría decirse que ese rol lo cumple la emisora de la Universidad de Chile, que en su web señala ser un medio inserto “en la escena mediática actual chilena, caracterizada por la concentración de la propiedad y de voces. En tal contexto, propicia una participación amplia de las distintas sensibilidades de la sociedad en los asuntos que inciden en su vida cotidiana”. Pese a su clara orientación de izquierda la radio de la Universidad de Chile pertenece a un plantel dotado de un estatuto de autonomía, por lo que habría que revisar cómo se cumple esta declaración de intenciones y la pluralidad de voces que reflejen los distintos saberes y sectores de la sociedad.
En las palabras e intenciones del Presidente y su vocera pareciera estar también la idea de poblar de medios las regiones y comunas, como si eso no existiera. Hay que estar atentos a esta propuesta que busca penetrar en los “territorios” a microescala. Que en esa creación y/o apoyo de nuevos medios no se confunda el pluralismo con un mensaje dirigido de información parcial, intencionada y poco objetiva que responda a los gobiernos de turno sin importar si cumplen el rol esencial de entregar información veraz, relevante, de calidad y, por sobre todo pensando en el bien común de las personas.