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Jueves 27 de Mayo de 2021
Columna del decano de la Facultad de Comunicación, Cristóbal Benavides, para ECU.
Hace unos días se filtró la información de que Twitter estaría preparando un nuevo servicio para su ya exitosa plataforma de microblog que desde el 2006 revolucionó la forma en que nos comunicamos. Se trataría de Twitter Blue, un nuevo servicio pagado, que por alrededor de tres dólares al mes, permitiría a sus usuarios nuevas formas de interacción exclusivas, crear colecciones de sus tweet favoritos, deshacer mensajes, generar contenido exclusivo y la posibilidad de eliminar la publicidad de la línea de tiempo. Una decisión que viene a ratificar que la disposición de pago cuando existe un contenido y servicio que agrega valor a las personas de puede ser rentable incluso en las redes sociales.
Si bien, esto no significa que los 350 millones de usuarios que hoy tiene la plataforma, migren al sistema de pago, habrá que estar atento a las cifras que se reporten trimestre a trimestre para saber si fue una buena decisión o no. Pero lo que sí está claro es que esta decisión viene a apoyar la tendencia de compañías generadoras de contenido que apuestan a que las personas se echen la mano al bolsillo por una oferta cada vez más personalizada y cercana a los intereses declarados por ellos mismos.
Que el modelo de negocio de pago llegue a las redes sociales también reafirma que junto con un contenido atractivo el trabajo tiene que ir de la mano con situar al usuario, lector, espectador, navegante o el nombre que usted quiera ponerle, en el centro de la ecuación y en lo más alto del podio de la importancia para las organizaciones. La experiencia demuestra que es el mejor camino para perdurar y mantenerse competitivos en un mercado ultra exigente. Entonces la premisa de que la gente estará dispuesta a pagar por buen contenido se hace más cierta que nunca y es algo por lo que los medios debieran trabajar constantemente, en este caso, con prisa y sin pausa.
El nuevo servicio de Twitter se sumaría a esta tendencia que se consolida en el tiempo. YouTube la implementó el 2018 con su plataforma premium, que pese a las críticas que ha recibido por no ser notoriamente diferenciadora a la gratuita, ya posee alrededor de 35 millones de usuarios. Con Spotify el crecimiento ha sido exponencial. Y si eso lo llevamos al streaming, el horizonte es muchísimo más claro. Netflix domina el mercado con 203 millones de suscriptores, seguido de Amazon Prime con 200 millones de cuentas y en tercer lugar HBO con 140 millones. Grandes cifras de audiencia que deberían reordenarse con la llegada de nuevos actores a esta batalla por liderar el servicio.
Disney hace unos meses remeció el tablero con su propia plataforma. Ahora promete hacerlo de nuevo con Star+ que llegará a Chile a fines de agosto con una oferta dirigida al público adulto, con ESPN como principal atractivo con contenido en vivo de las ligas y campeonatos de fútbol más importantes del mundo. A todo eso, hay que sumarle series, películas y documentales que anteriormente se distribuía a través de FOX.
La promesa de Star+ según sus ejecutivos, es personalizar aún más la experiencia de consumo para ampliar y diversificar las audiencias a las que ya llegan con Disney+, mejorando así la posición en el mercado regional con producciones locales, para desarrollar la estrategia de satisfacer los gustos particulares y específicos de cada uno de ellos.
Queda claro que una de las claves del desarrollo de esta industria es sin duda el contenido diferenciador y muchas veces exclusivo que poseen, que combinado con el conocimiento de las audiencias para poder dar en el clavo con sus preferencias y hábitos de consumo, ha permitido a quienes lo han hecho bien optar por un modelo de negocios orientado al pago y depender menos, o sencillamente nada, de los vaivenes de la publicidad.
Frente a este cambio ¿cuál ha sido la reacción de los medios tradicionales y de aquellos que se dedican a la información?. La respuesta en su gran mayoría: poco y nada. Se repiten siempre los mismos buenos ejemplos internacionales. El WSJ con su estrategia de engagement para que los contenidos conecten mejor con sus lectores. El Economist con su apuesta consolidada de calidad en sus multiplataformas. O el NYT que lleva varios años aumentando la cantidad de suscriptores (ya superan los 7,8 millones de cuentas) de las cuales la gran mayoría provienen de lo digital, la sección de comida y juegos, generándose así una transición armoniosa del papel hacia las otras plataformas.
En nuestro país son rescatables algunos esfuerzos individuales de medios por generar nuevos ecosistemas de consumo que se amolden a los requerimientos y demandas de un público más exigente que tiene opciones nacionales y extranjeras para elegir y comparar. Es lamentable que el soporte papel pierda relevancia en una sociedad que necesita un periodismo de calidad, análisis y profundidad en tiempos en los que se deciden cosas relevantes para los próximos 50-60 años. Un buen paso sería trabajar con las universidades en laboratorios de experimentación que posibilite encontrar respuestas a las grandes interrogantes que hoy preocupan a todos quienes vibramos con el buen periodismo.
Cristóbal Benavides
Decano de la Facultad de Comunicación