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Jueves 14 de Julio de 2022
Columna de la profesora Fernanda Cerda
Recientemente Netflix subió a su cartelera un documental llamado “100 días con la Tata”, que trata del actor español, Miguel Ángel Muñoz, que se hace cargo de su tía bisabuela Luisa Cantero que se confina en su departamento para poder cuidarla durante 100 día de la pandemia de Covid-19.
El documental nos muestra de forma real cómo es la vida de una señora de 95 años (hoy 97): la fragilidad física que conlleva llegar a esa edad, la importancia de contar con alguien, ojalá un ser querido, que pueda ayudarlos a realizar las tareas de la vida diaria y el desgaste que implica para los cuidadores, su capacidad de entrega hacia los otros y de seguir aprendiendo cosas nuevas, pero por sobretodo que los más importante para las personas mayores son los vínculos familiares y el amor que emana de ellos, como el que se tienen la Tata y su sobrino nieto.
Si bien esta columna podría ahondar en cualquiera de esos temas, me quedaré solo con los beneficios que tienen la tecnología digital en las personas mayores, especialmente en periodos de confinamiento obligatorio como el que han tenido que vivir muchas personas en el mundo por causa de la pandemia del COVID-19.
Durante los 100 días que vivió Miguel Ángel Muñoz con su Tata se dio cuenta de que necesitaba realizar alguna actividad que la sacara de su rutina y le inyectara energía para seguir viviendo. Como todos los días parecían iguales, la Tata dejó de sentir la necesidad de empezar a levantarse y realizar sus actividades normales de la vida diaria. De esta forma se le ocurrió hacer transmisiones en directo a través de la red social Instagram. Al comienzo solo fue una humorada para mantener activa a su Tata, pero al poco tiempo empezó a ganar miles de fans que seguían su programa diario fielmente, el cual fue bautizado como “CuarenTata”. La Tata con su humor y sencillez logró llegar a miles de corazones en un momento de temor e incertidumbre y brindarles un rayito de alegría y esperanza. Este es un claro ejemplo de que las personas mayores tienen aún la capacidad de aprender, usar e incorporar la tecnología digital en sus vidas diarias y de cómo Internet y las redes sociales les permiten superar la distancia física a través de conexiones sociales digitales.
Lo cierto es que las TIC brindan múltiples beneficios a este grupo etario, que en su mayoría no están explotando: comida a domicilio, compras online, acceso a telesalud, ocupar el tiempo libre, desarrollar hobbies, obtener información, pero por sobretodo poder mantener el contacto no sólo con sus más cercanos, sino también con personas de todo el mundo, tal como lo hizo la Tata. Cuando las personas mayores tienen acceso suficiente a la información online aumentan las probabilidades de que se mantengan en contacto con otras, participen de eventos interesantes para ellos, puedan manejar sus necesidades y acciones de la vida cotidiana (Bunbury, Pérez Castillo, Osuna-Acevedo, 2022). Incluso, diversos estudios han vinculado el acceso y uso de las TIC con el aumento de la calidad de vida de las personas mayores (Schalock y Verdugo, 2009).
Si las TIC ofrecen tantas oportunidades a las personas mayores ¿por qué entonces son de los grupos que se encuentran más excluidos? Lo cierto es que las personas mayores encuentran muchos obstáculos a la hora de adoptar la tecnología. Algunos de estos son limitaciones físicas relacionadas con la edad, barreras actitudinales como el miedo, baja percepción de utilidad y control de las tecnologías, falta de apoyo en al aprendizaje, e incluso dificultades económicas para adquirir las TIC. También hay que tener en cuenta que muchas veces carecen de las habilidades necesarias para usar la tecnología, esto se debe a factores sociales, personales e incluso de diseño. En general, cuando se diseñan las tecnologías digitales no se tiene en cuenta a las personas mayores. La características de la tecnología, su interface, el tamaño de los textos, el lenguaje computacional, entre otros, están diseñadas para usuarios más jóvenes, por lo que a las personas mayores se les hace difícil su uso (Barrantes y Cozzubo, 2015).
Para las personas mayores el miedo a utilizar tecnologías parece ser la barrera más grande a superar (Millward, 2003). Hargittai (2002) se refiere a este fenómeno como el segundo nivel de la brecha digital (second-level digital divide) y argumenta que las diferencias generacionales impactan el uso de la web. Al parecer este miedo a utilizar la web proviene del estigma de tener menos habilidades y confianza para aprender y manejar Internet que generaciones más jóvenes, lo que puede traducirse en una aparente falta de interés generada como una barrera de protección personal.
La solución para superar la brecha digital en las personas mayores es multifactorial y compleja, contar con personas cercanas, familiares, instructores e incluso pares, es clave para que puedan acercarse a las tecnologías (Aldaba et al., 2012). Ellos pueden reforzar la confianza en sí mismos y el empoderamiento de las personas mayores ayudándolos a superar la barrera del miedo. Si bien en el documental no se muestra el proceso de aprendizaje de la Tata a usar las TIC, queda claro que sin la ayuda de su sobrino nieto no habría podido realizar su programa, e incluso me atrevo a decir que ni se le hubiera ocurrido hacerlo.
A través de “CuarenTata”, tanto Luisa como Miguel Ángel pudieron acercarse socialmente y emocionalmente a miles de personas que también se encontraban confinadas a sus hogares, demostrando así la capacidad que tienen las TIC para generar lazos e incluir socialmente a los más vulnerables, como lo son las personas mayores.