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Jueves 24 de Junio de 2021
El ICF de la Universidad de los Andes y de la Universidad Austral de Argentina lideraron esta iniciativa que entrevistó a 82 familias de ambos países.
El miedo a que los hijos se vuelvan adictos y que puedan relacionarse con otras personas que muchas veces no conocen, son algunas de las conclusiones que arrojó un estudio que realizó el Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes y el Instituto de Ciencias para la Familia y la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Austral de Argentina, sobre los temores que tienen los padres del videojuego Fornite.
“Las dinámicas familiares en torno a los juegos sociales en red: el caso Fortnite” es el nombre de esta investigación que se aplicó en Chile y Argentina y cuyo objetivo general fue explorar los comportamientos familiares que se despliegan cuando uno o más hijos juegan.
Se observó que mientras los padres menos conocían acerca de los videojuegos, mayores eran sus temores. “Sus principales preocupaciones son que los niños no puedan dejar de jugar y que puedan comunicarse con personas que no conocen. Sin embargo, en este punto, los mismos niños se autoregulan y sólo hablan con sus amigos o con el amigo de mi amigo, sin ir más allá”, explicaron Ángela Novoa y Adriana Velasco, investigadoras.
Sobre las conductas violentas, se muestra cierta aversión a que los jugadores usen malas palabras mientras juegan y a que manifiesten comportamientos disruptivos, como golpear las puertas o tirar el control remoto. El miedo es que este tipo de conductas las repliquen en su mundo cotidiano real.
“La gran mayoría de los niños juegan en espacios comunes y esto favorece el conflicto entre hermanos, pero también, la posibilidad de que juntos establezcan negociaciones y lleguen a acuerdos”, resaltaron Angela Novoa y Adriana Velasco.
Entre otras conclusiones, se evidenció que se producen frecuentes roces o conflictos entre padres e hijos, especialmente cuando se percibe que el rendimiento escolar se está viendo afectado por el juego, o que las rutinas diarias se ven alteradas, como las horas de comida y las horas de sueño.
El trabajo de campo se realizó en el año 2019 y se entrevistaron a 82 familias. Los niños tenían entre 9 y 18 años y fueron entrevistados mientras jugaban, al igual que a sus padres y/o cuidadores.
Dentro de los próximos meses, se publicará un artículo sobre la dimensión social del videojuego y las percepciones divergentes entre padres e hijos en la revista Global Studies of Childhood. También se ha desarrollado un minisitio web donde están alojados los resultados y todo el material utilizado para el estudio. La dirección es https://www.austral.edu.ar/familia/fortnite/