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Martes 27 de Abril de 2021
Columna del académico, Francisco Tagle, para ECU.
El sondeo realizado por el Consejo para la Transperencia en 2020 señaló que entre las multiples razones que pueden explicar el estallido social de octubre 2019, está el aumento de la percepción ciudadana de la corrupción. Si consideramos que los medios de comunicación mediatizan la corrupción para presentar una realidad, estudiar los escandalos mediáticos de los últimos años cobra suma relevancia para dar explicaciones a la coyuntura actual de Chile y también para el funcionamiento de su propia democracia.
Casos de corrupción de los últimos años, como los de ámbito político tales como Caval y Soquimich, y económicos como el de las colusiones de grandes empresas, no habrían tenido las repercusiones públicas, y en algunos casos judiciales, sin que estos hubiesen sido mediatizados por los medios de comunicación desde un enfoque de watchdog o vigilante del poder.
Esto último ha sido históricamente uno de los ethos de la profesión periodística, donde fue en las tradiciones liberales estadounidenses donde tuvo su mayor desarrollo. Mientras que, en el siglo XIX, Tocqueville estableció a los medios como la mejor defensa en contra de los poderosos, a principios del XX, Lippmann los definió como “guardianes” de las instituciones. En este sentido, quizás el más emblemático caso de la labor vigilante del poder de los medios fue el caso Watergate, que, a principios de los años setenta, terminó en la renuncia del presidente Nixon en Estados Unidos.
Sin embargo, la manera en cómo los medios de comunicación dan cobertura a un acto de corrupción no es inocua. Y es que justicia va por una vía y la percepción ciudadana de la corrupción por otra, y no necesariamente siempre coinciden. Esto se explica debido a que, generalmente, la opinión pública a través de los medios de comunicación accede a una información mediatizada de una transgresión, adoptando así nuevas lógicas y formas de expresión, siendo esto lo que conocemos como escándalo mediático.
Por ejemplo, dado que el escándalo mediático vende, lo medios tienden a sensacionalizar o dramatizar la realidad, convirtiendo el hecho noticioso en una historia de emociones, que con sus personajes y argumentos, acaba en un descenlace que estigmatiza a los sujetos implicados. Así, el sensancionalismo detrás de cada escándalo de corrupción conlleva a una suerte de personalización del acto corrupcto, opacando la compresión de su problemática estrutural. Esto ultimo, con importante consecuencias, dado que tienden a cubrir la corrupción como una problemática circunscrita a cada caso en particular, sin una mirada integral, como un asunto que afecta a toda la sociedad.
En Chile, los escándalos de corrupción han sido relativamente poco estudiados. Destaca, por ejemplo, la reciente investigación realizada por Jara-Reyes, Berrios y Moreno (2020), quienes analizaron la cobertura mediática de los escándalos mediáticos en Chile de los últimos años estableciendo que existe una tendencia en los medios de prensa escrita a judicializar los escándalos, es decir, tener como enfoque principal el actuar de la justicia.
Dentro del profesorado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes, se han realizado algunas investigaciones sobre el escándalo mediáticos, tales como la de Tagle y Claro (2018) sobre una comparación de escándalos y su tratamiento informativo entre Argentina y Chile respecto a los casos José López y Caval. Asimismo, la recientemente publicación de Echeverría, González y Tagle (2021) sobre una comparación del sistema mediático de prensa escrita chileno y mexicano acerca de la cobertura de los escándalos de corrupción durante las campañas presidenciales en ambos países. En ambas investigaciones, se estableció que en Chile a diferencia de los otros dos países latinoamericanos existe una cobertura menos personalista de los escándalos y más orientada al actuar de las instituciones, aunque con una importante cuota de personificación y sin una mirada estructural.
Comprender cómo los medios informan sobre los escándalos de corrupción, sin duda, puede dar pistas de cómo la opinión pública valora a la justicia, a la democracia y a la propia sociedad en su conjunto. Así, la labor de un periodismo vigilante del poder, que informe con criterios éticos y no sensacionalistas, y comprenda que tras los escándalos de corrupción hay una oportunidad de realzar su comprimiso con la sociedad en pos de la justicia y la verdad, y del buen funcionamiento de las instituciones, parece resultar en estos tiempos más de incertidumbres que de certezas, más necesario que nunca.
Referencias:
Entman, R. M. (2012). Scandal and silence: Media responses to presidential misconduct. Estados Unidos: Polity.
Echeverría, M.., González, R. y Tagle, F. (2021). Corruption framing in Latin American media systems. A comparison between Mexico and Chile. The Journal of International Communication, DOI: 10.1080/13216597.2021.1904268
Jara-Reyes, R.; Berrios, M.; Moreno, D. (2020). “Entre la judicialización y la atribución de responsabilidades. Encuadres en la cobertura noticiosa de escándalos políticos en Chile (2014-2016)”. El profesional de la información, v. 29, n. 2, e290224. DOI: https://doi.org/10.3145/epi.2020.mar.24
Just, M. R., y Crigler, A. N. (2019). Media coverage of political scandal. Effects of personalization and potential for democratic reforms. En H. Tumber y S. Waisbord (Eds.), The Routledge companion to media and scandal. Estados Unidos: Routledge.
Tagle, F., y Claro, C. (2018). Encuadres y uso de fuentes en la vigilancia mediática. Análisis de prensa argentina y chilena: Casos José López y Caval. Estudios sobre el Mensaje Periodístico, 24. DOI: http://dx.doi.org/10.5209/ESMP.59958