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Viernes 7 de Julio de 2023
Tras un diagnóstico del perfil de egreso de los estudiantes, la Facultad de Educación UANDES detectó que la posibilidad de que los alumnos “implementen estrategias para trabajar en equipo con otros profesionales, la familia y la comunidad” está acotado y definido por las directrices de los centros de práctica (Jardines infantiles y colegios). Por este motivo y para poder asegurar y resguardar su compromiso para la formación inicial docente es que se está implementando ofrecer en 4° año de carrera prácticas “alternativas”.
Lo que se busca en esta instancia es que exista un desarrollo y ejercicio de habilidades para el trabajo con otros adultos y profesionales del ámbito educativo traspasando o extendiendo el campo profesional más allá de la sala de clases. Es común que educadores visualicen su futuro en campos laborales fuera del aula: política educativa, desarrollo de material didáctico/educativo o de Literatura Infantil, trabajo con familias y comunidad entre otros; por lo que disponer de convenios con entidades cercanas a la educación inicial como fundaciones, instituciones como museos, parques, editoriales, corporaciones nos permite atender a esta diversidad y mostrar que el campo de desempeño de una educadora de párvulos no se agota en el aula y que, por el contrario, los escenarios para desplegar el compromiso con la primera infancia tiene mayor amplitud. Uno de los retos que representa esta última idea es identificar qué habilidades, competencias o conocimientos necesitan los estudiantes para enfrentar estos campos laborales y prepararlas para una inmersión exitosa, aunque desafiante.
Bárbara Deramond y María Eliana Guzmán hicieron una de estas prácticas en la Fundación Hippy, la cual ayuda a mejorar la alfabetización de los niños, las habilidades lingüísticas, resolución de problemas, matemáticas y habilidades motoras. Las familias utilizan las actividades proporcionadas por la fundación para enseñar a sus hijos a través de la lectura, el juego, la escucha y la conversación. Bárbara explica que a través del role playing y el trabajo de tutoras se capacita a las familias para que ellos (mamá, papá o tutor del niño) puedan enseñarles a los menores entre 2 y 4 años.
“Durante este tiempo hemos aprendido muchísimo, nos tratan como iguales”, cuenta Bárbara. “Sí les importa nuestra opinión, hemos hecho de todo, desde armar las bolsas de materiales que se envía cada semana a las familias, hasta revisar los cuadernillos de trabajo, hacer sugerencias para simplificar instrucciones, para que sea más pedagógico, la importancia de ciertas estrategias, cómo incluirlas en el cuadernillo, entre otras cosas y después presentamos nuestra propuesta”.
Las alumnas destacan que desde 2019 (año en que comenzó la fundación) ha habido un gran aumento del vocabulario que tienen los niños gracias al programa. “En el fondo este programa los prepara para el ingreso formal a la educación y que sea más fácil para ellos. Participamos en un evento donde se conocían por primera vez todas las familias de una misma tutora y lo que decían era que realmente disfrutan mucho el momento de trabajo, se ven todas las semanas, dicen que hay cosas que sus hijos antes no sabían, por ejemplo contaban 1-2-4-7 y ahora ya cuentan hasta el 10 y ellas se sienten muy orgullosas”.
Hicieron una dinámica con preguntas al azar como ¿De qué me siento orgullosa hoy? y muchas decían “me siento orgullosa de ser yo quien esté educando a mi hijo y también de haberme atrevido a tomar esta decisión”; comentan que cuando se escucha a la familia y a las tutoras es muy lindo ya que “te das cuenta de que lo que estás haciendo tiene un impacto real en mil niños en este momento. También se mejora la calidad de la relación de la familia, porque beneficia a toda la familia”, cuentan.
Danae Cayuñir realizó este mismo tipo de práctica pero en el Museo Interactivo Mirador (MIM) durante este semestre como apoyo de los mediadores, quienes se encargan -como dice su nombre – de “mediar y estar cerca de los módulos donde las personas pueden tener dudas o requieran saber sobre conceptos que están siendo trabajados en este mismo módulo. De esta manera, uno pone en práctica habilidades blandas y conceptos de ciencia o de historia que son relevantes, por lo que trabajé constantemente con distinto público, donde uno también tiene que adaptar un vocabulario que sea acorde al visitante que tú estás recibiendo”. Danae también estuvo a cargo de actividades con inscripción como ‘caza sísmica’, donde es una simulación del terremoto de 2010 y se habla de por qué sucede o qué pasó en ese entonces, de cuántos grados fue, se hace la diferencia de la escala de magnitud, la escala de intensidad. También participó en el sector de la ‘cama de clavos’, una experiencia en donde el público se acuesta sobre una cama que tiene 3.418 clavos aproximadamente y se trabajan conceptos como presión y fuerza.
“El MIM proporciona distintas capacitaciones para sus trabajadores, para los mediadores, desde ver la discapacidad con el Senadis, por ejemplo, o distintas fundaciones que implementan talleres a los mediadores para así estar siempre informados”, concluye Danae.