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Martes 7 de Julio de 2020
El 9 de noviembre de 1942 se crea el Premio Nacional de Literatura, con el cual se busca reconocer a poetas, narradores, dramaturgos y ensayistas chilenos cuya obra y labor literaria posea una destacada trayectoria y sea un aporte al arte y a la cultura nacional. (Extraído de la página de la Cámara del libro)
Desde hace muchos años surgen una serie de interrogantes u observaciones sobre este reconocimiento, como su atingencia en la época en la que se encuentra Chile, su frecuencia, si éste es realista considerando el estado actual de la literatura, sus bases, su alternancia en la entrega, la necesidad de cuotas; entre otras muchas otras interrogantes.
Para dialogar sobre esta materia, el Instituto de Literatura, a través de la Cátedra de Literatura Chilena Juan Luis Martínez, cuya directora es la académica, Zenaida Suárez, y Extensión, dirigido por Marta Viviani, reunieron a connotados actores de la literatura chilena para abordar estas interrogantes y así entregar una visión sobre el Premio Nacional de Literatura 2020.
El coloquio, que fue moderado por el director del Instituto Literatura, Braulio Fernández, comenzó con una breve introducción de la doctora Suárez sobre el origen e historia del máximo galardón de esta área para dar paso a la primera intervención, que fue de la poeta Roxana Miranda, representante de los escritores del sur de nuestro país. La poeta enfatizó en la importancia que tienen los escritores de esa zona y el centralismo de dicho premio. “Quiero plantear el Premio Nacional Mapuche, el que sería de gran importancia, la mayoría de la literatura y su tradición proviene de la oralidad la que muy pocas veces es considerada”, comentó Roxana. Además, la poeta huilliche recalcó que este premio sería sumamente importante debido a que no hay representantes de la literatura bilingüe, sería inédito que la lengua mapuche fuera protagonista del premio.
Pedro Pablo Zegers, director de la Biblioteca Nacional de Chile, tomó la palabra y expresó que esta distinción siempre ha sido conflictiva por quienes lo reciben y por quienes no lo reciben “un gran ejemplo de esto es que Gabriela Mistral recibe primero el Nobel y luego el Premio Nacional de Literatura”. El experto, además, concuerda con Roxana Miranda en que es el momento de “darle una vuelta de tuerca para que el premio sea realmente nacional en el sentido estricto, en el que vamos a estar todos incluidos y en ese sentido creo que estamos al debe y siento que en la medida en que las minorías se vayan incorporando vamos a ser más justos. Si ya hicimos grandes agravios con personajes como Neruda y Mistral entonces hagamos que la cosa se revierta”. Zegers postula además que los premios, en general son grandes estímulos para los creadores pero que no hay perder en el norte en el sentido de que hay que tener claro que el Premio Nacional es un reconocimiento a la trayectoria de toda una vida. Destacó, además, la gran cantidad de autores que no fueron premiados y que a su juicio debieron serlo, lo que se solucionaría, en parte, haciendo que el premio se entregue anualmente.
La poeta y psiquiatra Mirka Arriagada, en su primera intervención abordó a la viabilidad de hablar de un Premio Nacional cuando el país atraviesa una pandemia y expuso que es importante “volver a revisar el sentido profundo de lo que es un premio así como también el sentido por el cuál fue instituido este premio y digo esto ya que desde hace un tiempo las instituciones están en un cuestionamiento, por lo que es importante hablar de este tema, antes, durante y después de la pandemia” enfatizó. Sobre los inicios del reconocimiento la experta hace énfasis en que este se trata no solo de premiar sino de salvar una injusticia social que era lo previsional de los literatos, y que esto merece un debate más profundo. Advierte como un error verlo como una jubilación, como algo que tiene carácter de laurel. Mirka los acuña con el término de “escritores laureados” pues nuestro patrimonio cultural tiene mucho que ver con lo que han hecho tanto en Chile como en el extranjero y “siempre hay que tratar de avanzar en esto. Pero, laurear a nuestros escritores significa laurear al país”. Además abordó el tema de la descentralización, las mujeres o cómo el escritor trabaja para un futuro y finalizó pidiendo instancias de reflexión del Premio Nacional, el que, según sus palabras, “está al debe con Chile”.
“Todo es justificable e injustificable al mismo tiempo”, con esas palabras comenzó su intervención el poeta Leo Lobos, quien además recalcó la importancia del arte en estos tiempos y cómo éste es fundamental para la sociedad convirtiendo todo aquello que hoy es invisible y provocar sensaciones y situaciones y así congregar en un mundo que hoy está, viviendo la soledad. “Hay mucho por hacer, es impensable que solo una poeta como Gabriela Mistral haya recibido el Premio nacional de Literatura” y así también “saber que Raúl Zurita está como candidato al Premio Nobel debería llenarnos de orgullo y ser noticia en todos los medios de comunicación de este país pero, lamentablemente, no ocurre. Este Premio Nacional de Literatura es pequeño en comparación al caudal creativo que produce Chile”. El también artista visual culminó sus palabras relevando la importancia de que muchas instituciones tanto públicas como privadas realicen reconocimientos a los escritores.
Por su parte, el escritor Felipe Cussen rescata la seriedad de los premios en nuestro país. Sobre el máximo galardón de literatura Cussen hace una reflexión acerca de las expectativas que éste tiene con respecto a la sociedad y es “qué es la literatura y qué se puede valorar de ella y, en términos personales, me parece atractivo que un autor o una actora cuya obra me interesa puedan tener mayor difusión y un Premio Nacional puede incidir en el canon y desordenarlo y especialmente diversificar este panorama que ha sido tan cerrado”, asimismo, Cussen advierte una paradoja, pues, tal y como indica, este premio no le cambia la vida a los lectores. Otro punto del impacto social que tiene el premio es que es “el gran momento para los clichés que existen en torno a la poesía”. Sobre lo negativo que tiene el galardón, Cussen hace énfasis en lo relativo al género, el idioma, la exclusión de otras formas de escritura como los ensayos, las traducciones o el género lírico (refiriéndose a las letras de canciones), por ejemplo. “Lo que yo entiendo es que existe un problema mayor con respecto a lo que se entiende como literatura, es esta mirada tan restringida en los soportes, ya que se piensa que la literatura es un arte que es tan solo escrito”, concluye.
Max González, director y fundador de MAGO Editores, habló sobre la alternancia del premio “es doloroso pensar en el caso de una poeta que no lo obtuvo en un año concreto y que tenga que esperar 4 años más. Es prioritario que vuelva la anualidad del premio y que no sea cada 2 años. Esto es sustantivo. Además es importante lo que tiene que ver con las escrituras. Muchas veces se pone una parcela muy estricta en qué es narrativa, qué es poesía, qué es cuento. Hay que destrabar ese tipo de exigencia que de algún modo hacen una canonización y dejan fuera algunos géneros”. También hizo énfasis en la desproporción de la entrega del premio, ya que casi todos son hombres, dejando fuera una gran cantidad de obras de mujeres. “Tenemos una enorme producción de poesía y narrativa de mujeres” cuenta. El también escritor hace mención a que los libros no están considerados como bien esencial, cosa que se ve hoy mientras el país se encuentra en pandemia. Concluyó señalando sobre la gran cantidad de artistas que no se han ganado el Premio Nacional.
Roberto Rivera, presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, relata que el Premio Nacional de Literatura es muy relevante a propósito de que esta es una iniciativa que nace de aquella entidad bajo la presidencia de Pedro Aguirre Cerda, en aquel entonces el jurado era presidido por el rector de la Universidad de Chile, un representante del Ministerio de Educación, un representante de la academia de la lengua, dos delegados de la Sociedad de Escritores de Chile, y no presentaba a los candidatos, no como se da hoy en día. “El reconocimiento debe ser de los pares”, comenta. Rivera también abordó la necesidad de que el premio sea anual, la necesidad de una pensión para los escritores, las muchas mujeres que merecen el premio y no lo han obtenido “hay que hacer una profunda revisión” dijo.
La primera ronda del coloquio finalizó con las palabras del Premio Nacional de Literatura 2016, Manuel Silva Acevedo, quien reflexionó sobre el hecho de que, “hay una sucesión en el arte de escribir poesía y en el fondo somos deudores de la tradición que nos antecede”. Además, habló sobre que el premio se ha caracterizado por un centralismo excesivo y también por dejar al margen a la poesía femenina y culminó leyendo unos versos.
En la segunda parte de este encuentro los invitados pudieron ahondar en las distintas visiones y reflexionar sobre las aristas más importantes del Premio Nacional de Literatura.