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Viernes 25 de Septiembre de 2020
En el texto, el académico ilustra el origen y trayectoria de cada una de las normas constitucionales actualmente vigentes, desde los comienzos de la República en el siglo XIX hasta la actualidad.
“Constitución política de la República de Chile” Edición Histórica. Origen y trazabilidad de sus normas desde 1812 hasta hoy, es el nombre de la investigación del profesor de la Facultad de Derecho, Jaime Arancibia Mattar, en la que el académico ilustra el origen y trayectoria de cada una de las normas constitucionales actualmente vigentes, desde los comienzos de la República en el siglo XIX hasta la actualidad. En ella se distinguen cuatro grandes períodos constitucionales: 1812-1925, 1925-1973, 1973-1989 y 1989-2020. Un texto particularmente importante teniendo en consideración que el país está próximo a un proceso constituyente que comenzará con el plebiscito del 25 de octubre.
El investigador comenta que “las normas fundamentales de nuestra organización política provienen del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, prácticamente con la misma redacción; atesoramos una tradición constitucional bicentenaria, donde prima la continuidad y los quiebres normativos son más aparentes que reales, donde cada Carta es una reforma más que un texto disruptivo”.
Este estudio, cuenta Jaime Arancibia, demuestra que cerca de un tercio de las normas de la Constitución actual es anterior a 1973, y una gran mayoría proviene del siglo XIX; otro tercio corresponde a la reforma de 1980; y un tercer tercio es posterior a 1989. “Podríamos decir, entonces, que cada siglo ha aportado un tercio a la Constitución actual”, puntualiza, y agrega que “Chile ha tenido tantas constituciones como estrellas en su bandera, las demás son reformas. Nuestra Carta Magna ha surgido por “capas” u horizontes, como el suelo de la tierra: primero roca estructural, luego humus fértil de principios, y finalmente superficie coyuntural”.
Según lo que arroja la evidencia, señala Jaime Arancibia, “si Chile ha sido distinto a América Latina es porque, contrariamente a lo que se cree, no hemos tenido refundaciones constitucionales, sino reformas parciales”. Concluye que “este sustrato o acervo refleja unidad, perfección sin ruptura, avance sin dispersión. En lo esencial, cada Carta parte de la anterior, guarda la esencia y desde ahí proyecta lo nuevo”.