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Martes 3 de Mayo de 2022
Columna de la profesora, Francisca Greene.
Durante estos días, la Iglesia Católica conmemora a Santa Catalina de Siena, patrona de nuestra Facultad de Comunicación. Es patrona de la facultad porque defendió con la verdad a la Iglesia en tiempos de confusión. No temió en complicarse la vida e ir a Aviñón a decirle al Papa de entonces lo que opinaba sobre su comportamiento. Y los periodistas, publicistas y comunicadores audiovisuales estamos llamados por vocación profesional a transmitir la verdad. En una sociedad donde impera el relativismo y reinan las “verdades personales”, los profesionales de la comunicación quisiéramos investigar a fondo los temas para transmitir lo más objetivamente la realidad a nuestro público. Así, por ejemplo, si en la convención constituyente se discuten temas como el derecho a la vida, el derecho de los padres de educar a sus hijos, la libertad de religión, un buen profesional de la comunicación no debería quedarse fácilmente con la simple repetición de las opiniones de los constituyentes, sino trabajar un poco más para ahondar en los temas e intentar explicar qué se entiende por aborto, cuándo empieza la vida, que repercusiones tiene la interrupción del embarazo, etc. Lo mismo con el tema de la educación: qué implicaciones tiene que el estado imponga a los estudiantes lo que deben saber, qué consecuencias tiene para una sociedad la falta de libertades, cómo se menoscaban los valores democráticos cuando se ponen cortapisas a las libertades individuales.
Si entendemos a los medios de comunicación como aquellas instituciones validadas por la sociedad para seleccionar hechos entre una multitud de acontecimientos que ocurren en el día, jerarquizar su importancia para que al audiencia sepa “qué es lo que está pasando hoy”, es de vital importancia que los profesionales que trabajan en los medios hagan un trabajo arduo por discernir qué es noticia, cuál es el tema de fondo relativo a una serie de acontecimientos particulares, cuáles son las fuentes adecuadas para consultar respecto de un tema y no la solución más fácil y a la mano que consiste en preguntar una opinión sobre un tema y luego, en aras de ser objetivo, preguntar la opinión contraria.
Ya en la década de 1970, una serie de sociólogos norteamericanos, probablemente que no conocían la vida y enseñanzas de santa Catalina de Siena, investigaron durante años -con bastante seriedad- cómo los periodistas cubrían los temas que consideraban noticiosos. Descubrieron que el sistema con el que trabajaban y sus rutinas periodísticas no permitían que ingresaran a la agenda de los medios algunos temas sociales que alteraban el status quo imperante. En particular, concluyeron que la forma como los periodistas resolvían el tema de la objetividad dificultaba que estos temas entraran en la agenda. ¿Por qué? La objetividad entendida como rutina periodística “obligaba” a los periodistas a buscar opiniones contrapuestas para cubrir los dos lados del conflicto. Esto hacía aparecer a los movimientos alternativos al orden imperante como distorsionadores de orden público. Así, nunca podía aparecer un reportaje con temas en apariencia políticamente incorrectos abordados con cierta profundidad.
Es razonable pensar que es más fácil escribir una noticia “verdadera” sobre un terremoto, un aluvión, un accidente de tránsito. Pero no por la limitación de la mente humana para abordar todas las aristas de un tema complejo como los cambios sociales a los que nos vemos enfrentados hoy, vamos a resignarnos a no acercarnos a una verdad que subyace estos acontecimientos más complejos. Eso fue lo que hizo Santa Catalina de Siena.