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Lunes 2 de Septiembre de 2019
Cristóbal Vargas, Director del Departamento de Teología del Centro de Estudios Generales, explica por qué la Teología es parte del modelo educativo de la UANDES.
“Si el ser humano tiene la audacia de pensar a Dios, ¿habrá algo que no se atreva a pensar?”, así comienza a explicar el licenciado en Humanidades, mención Filosofía, de la Universidad Adolfo Ibáñez y Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra la importancia histórica y actual de la enseñanza de la Teología. Si la universidad es el lugar para estudiar todas las manifestaciones del espíritu humano, es lógico que el estudio de Dios sea parte del quehacer universitario.
Las universidades surgieron en la Edad Media estudiando esta área del saber, junto al Derecho, la Medicina y las Artes. “La universidad nace al alero de la Teología, porque ésta ofrecía una comprensión global y unitaria de la realidad”,señala Cristóbal Vargas.
Todos los alumnos de la UANDES cursan durante su paso por la Universidad tres asignaturas relacionadas con la fe. Las mallas curriculares de cada carrera incluyen Teología I: “Dios y la persona del hombre”, Teología II: “Jesucristo Salvador del hombre” y los estudiantes pueden elegir ocho alternativas para Teología III. “Aristóteles sostenía que no hay saber más digno de ser buscado –más apasionante, más quemante– que aquel que versa sobre lo divino”, explica el Director del Departamento de Teología del Centro de Estudios Generales.
El Centro de Estudios Generales es la unidad académica que tiene como misión garantizar la formación general y transversal del modelo educativo de la UANDES y, además de los cursos del Programa de Estudios Generales del área de ciencias, arte y literatura e historia y actualidad, se encarga de los cursos de Teología.
Cristóbal Vargas, quien ha ejercido la docencia universitaria en diversas casas de estudios, responde las preguntas fundamentales para entender por qué se enseña Teología en la Universidad de los Andes.
¿Qué función ha cumplido el estudio de la Teología en la historia de las universidades?
La universidad nace al alero de la Teología, porque ésta ofrecía una comprensión global y unitaria de la realidad. Se podría decir de otro modo: si el ser humano tiene la audacia de pensar a Dios, ¿habrá algo que no se atreva a pensar? Nace así el ideal universitario de un saber riguroso sobre la totalidad de lo que existe. Sin esta tensión hacia las grandes cuestiones, la universidad se transforma en un mero dispensador de títulos profesionales. Por esto es tan importante la invitación que nos hacía Benedicto XVI de ampliar los límites de la razón. En este “remontar el vuelo” de la razón, la fe, como lo hacía ver san Juan Pablo II en la Fides et Ratio, juega un papel fundamental.
¿Por qué el modelo educativo de la UANDES comprende las asignaturas teológicas?
Porque la Universidad de los Andes pretende formar personas en un sentido integral, y como lo hace ver san Juan Pablo II: “la religiosidad representa la expresión más elevada de la persona humana, porque es el culmen de su naturaleza racional”. La razón no se conforma con respuestas parciales y su misma naturaleza la lanza mar adentro. El mismo Aristóteles sostenía que no hay saber más digno de ser buscado –más apasionante, más quemante– que aquel que versa sobre lo divino. Dejar de hacerse todas las preguntas, por más radicales que estas sean, es una especie de aburguesamiento mental que no está a la altura del quehacer universitario.
¿Qué tiene que decirles la Teología a los jóvenes de hoy?
Creo que don José Miguel Ibáñez ha respondido magistralmente a esta pregunta titulando con las palabras del Dante su último libro sobre doctrina cristiana: “El Amor que hizo el sol y las estrellas”. En efecto, esa irresistible tendencia presente en todo hombre, en toda mujer, a amar y ser amado, se explica, en el fondo porque procedemos de un Amor con mayúscula. Santa Catalina de Siena lo dice con una expresión que podría sonar irreverente, cuando afirma que Dios quiere a cada persona como un loco y un borracho. Conocer este Amor que está en el origen, es la clave que hace que una existencia se abra a la totalidad de sus posibilidades, naturales y sobrenaturales. El Papa Francisco lo ha expresado de forma palmaria en la exhortación apostólica que ha dedicado a los jóvenes al referirse a aquel primer anuncio al que hay que volver una y otra vez, porque en cierto sentido, es la única palabra que verdaderamente importa.
¿Qué está haciendo el Centro de Estudios Generales para ofrecer contenidos que sean relevantes para los estudiantes de hoy?
Este es un reto difícil, pero absolutamente necesario. La cuestión es cómo transmitir los contenidos con profundidad, con claridad y de forma atractiva para los estudiantes de hoy. Creo que es importante conectar con ellos, conocer cuáles son sus deseos más profundos, sus ideales, sus aspiraciones, sus carencias, sus heridas, sus posibles vacíos, que -en buena medida- no son muy distintos de los nuestros. Me consta que todos los profesores que enseñan Teología en la UANDES son conscientes de este desafío e intentan día a día responder a él.