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Jueves 11 de Julio de 2019
“Vivimos un momento de cambio social y de creciente diversificación del orden familiar” explica Javiera Reyes, académica del Instituto de Ciencias de la Familia UANDES.
La familia es la institución mejor valorada por los chilenos. Es el lugar donde se transmite la cultura, niñas y niños construyen su identidad, se celebra la fiesta, y las relaciones que en ella se despliegan, marcan la manera en que los sujetos se desenvuelven fuera de ella.
En una sociedad cada vez más compleja, globalizada y tecnológica, no es tan sencillo referirse a la institución familiar como una unidad que tenga un único significado. En las últimas décadas se han producido profundos cambios “tanto de las estructuras, emergiendo fenómenos como la monoparentalidad, biparentalidad, hogares sándwich, como también de su funcionalidad y de significados”, detalla una investigación realizada por el Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes.
Javiera Reyes, académica a cargo del estudio presentado hace unas semanas, profundiza en tres aspectos que permiten entender los cambios que experimenta la institución familiar en nuestro país.
Cambio en los ciclos vitales
Las etapas que atraviesan los chilenos en sus vidas han cambiado. “Las mujeres tenemos menos hijos y los tenemos más tarde. También es cada vez más costoso tenerlos: materialmente, pero también por las exigencias sociales sobre la crianza, y la dificultad de complementar estas exigencias con las que provienen del trabajo y del mundo público”, argumenta la socióloga.
Aún más compleja es la situación de las mujeres que trabajan en contextos de precarización, donde los salarios son bajos, las distancias de los trayectos largas y el reconocimiento social del trabajo menor.
Por otra parte, “el envejecimiento poblacional propicia que haya más personas con necesidad de cuidado en los hogares, pero menos personas disponibles para realizarlos. Esto, sumado a la incorporación -lenta- de la mujer al mercado laboral, en una cultura que delega plenamente el cuidado en la mujer y la ausencia de corresponsabilidad, genera dificultades de conciliación en los distintos tipos de trabajo”, detalla el estudio.
“Para la mujer en Chile, solo aumentan las responsabilidades, lo que puede -y así lo plantean algunos estudios- explicar en parte de las causas de la disminución de la fertilidad”, concluye la académica del ICF UANDES.
Diversificación de las formas de familia
Las estructuras familiares se han diversificado y seguirán haciéndolo. Hoy 7 de cada 10 niños en Chile nacen fuera del matrimonio.
Para la académica del ICF “el matrimonio, y en general la forma familiar de tipo nuclear biparental nunca terminó de asentarse completamente en nuestra cultura. Precisamente, los hogares monoparentales de tipo femenino constituyen un rasgo fundamental de nuestra sociedad desde la Colonia”.
El estudio señala también que el matrimonio no es un requisito cultural para la formación de las familias, así como tampoco la independencia del hogar de los padres. “El allegamiento constituye también una figura cultural de gran legitimidad social. Si bien puede haber una causa económica en la base (bajos salarios, precariedad en el acceso a la vivienda, etc.), se ha visto que, incluso teniendo la posibilidad de la independencia, las personas pueden preferir mantenerse en un sistema colaborativo de allegamiento”, afirma la investigación.
En Chile conviven cada vez más distintos tipos de familia en los diversos grupos sociales. “Un ejemplo de esto es el creciente aumento de hogares no familiares unipersonales y la función social de estos”, explica Javiera Reyes.
Múltiples significados
A pesar de la creciente diversificación del orden familiar, los chilenos reconocen más o menos lo mismo por familia: vínculos afectivos basados en la consanguineidad o en la conyugalidad.
“Cuando se le pregunta a alguien por su familia, todo el mundo sabe a quiénes referirse”, comenta la académica del ICF. Sin embargo, la creciente modernización, individualización y globalización ha cambiado la imagen tradicional de familia. Debido a esto, a la hora de establecer políticas públicas, cada vez será más complejo identificar las expectativas, demandas y necesidades de quienes requieren la ayuda gubernamental.
“Todos estos cambios, sin duda son un gran desafío para el nuevo Ministerio de Desarrollo Social y Familia y para todos aquellos que trabajan en el estudio y la promoción de la familia”, concluye la socióloga.